DEFENSORA PIDE AL GOBIERNO EMITIR INDULTO EXTRAORDINARIO PARA PRIVADOS DE LIBERTAD Y DECLARAR ESTADO DE EMERGENCIA PENITENCIARIA ANTE EL COVID-19
02 de Abril de 2020 12:00 am
La Defensoría del Pueblo solicitó a la
Presidente del Estado, Jeanine Áñez, la emisión de un Decreto Presidencial de
Indulto extraordinario para reducir el hacinamiento penitenciario ante el
peligro de contagio y propagación masiva del COVID-19 en recintos carcelarios;
en otra nota al Ministro de Gobierno, Arturo Murillo, pidió declarar estado de emergencia
penitenciaria.
En las misivas remitidas, el pasado martes, la Defensora del
Pueblo, Nadia Cruz, señala que estas medidas beneficiarían a personas adultas
mayores, personas que viven con VIH/SIDA, con discapacidad, con enfermedades
crónicas, mujeres embarazadas y en etapa de lactancia; además de detenidos
preventivos comprendidos en las previsiones del artículo 239 del Código de
Procedimiento Penal modificado por la Ley 1173 y aquellos encarcelados sin la
suficiente base legal, incluyendo casos políticos.
Explicó que el pedido tiene su base en la crítica realidad
del sistema penitenciario en el país, cuyo mayor problema es el alto índice de
hacinamiento, lo que en la actual coyuntura hace imposible ejercer un efectivo control
sanitario para evitar el contagio y propagación del COVID-19. En la nota
remitida a la Presidente Áñez, indica que la sobrepoblación penitenciaria en el
país, a enero de este año, alcanzaban a 190,1%, prevaleciendo las personas
detenidas preventivamente en un 67%, situación que se agrava con el encarcelamiento
de ciudadanos detenidos en la actual coyuntura sanitaria.
En la nota al Ministro Murillo señala que los penales
enfrentan una ausencia extrema de condiciones de habitabilidad, debilidades en
las prestaciones de salud, insuficiente dotación de medicamentos, deficiente
alimentación, alto porcentaje de detenidos preventivos que no permite
implementar programas efectivos de reinserción social, lo que agudiza un
sistema colapsado y degradante que propicia un escenario de peligrosidad de contagio
y propagación masiva del coronavirus.
La Alta Comisionada de las Naciones Unidades para los
Derechos Humanos, Michelle Bachelet, días atrás declaró que: “(…) en centros de
detención hay un gran riesgo que afecta a las poblaciones más vulnerables (…)
en muchos países los centros de detención están sobrepoblados y las personas
están peligrosamente hacinadas las condiciones de autoaislamiento la separación
física son prácticamente imposibles por ello se realiza un llamado a los
Gobiernos para actúen de manera urgente para proteger la salud y seguridad de
las personas en detención (…) y para evitar consecuencias catastróficas”.
Bachelet propuso que los presos de mayor edad, los enfermos
y quienes representan un riesgo menor sean liberados; además, pidió que “que
toda persona detenida sin fundamento jurídico suficiente, incluyendo los
prisioneros políticos y los detenidos por haber expresado opiniones o criterios
disidentes”, sean puestos en libertad, para despejar la población en los
recintos penitenciarios.
Cruz en sus misivas, señala que las condiciones de
habitabilidad de los centros penitenciarios son extremadamente precarias, carecen
de higiene, ventilación, ingreso de luz natural, equipamiento de servicios básicos,
dotación de camas y sobrepasa su capacidad; en las cárceles urbanas, las celdas
individuales en su mayoría miden tres por dos metros donde cohabitan hasta
cuatro personas, y en celdas comunes se albergan hasta 40 personas.
“La situación se agrava en carceletas como la de Riberalta
donde existen 250 personas en un ambiente con capacidad para 80 internos, bajo
estas condiciones mantener el distanciamiento social de al menos u metro entre
personas, como una medida básica de prevención de la enfermedad, es imposible”,
manifestó.
En algunos recintos carecen de agua potable como en
Chonchocoro, en La Paz y la carceleta de Riberalta, situación extremadamente
atentatoria para la salud de las personas detenidas en estos recintos,
exponiéndoles a mayores probabilidades de contraer la enfermedad del COVID-19.
A esto se suma, indicó, que en los baños de los recintos penitenciarios no
existe material de aseo personal como jaboncillos o desinfectantes, lo que
impide el lavado y desinfección de manos, medida básica de prevención del
virus.
De acuerdo a información hecha pública, a mayo de 2018
existían 704 personas adultas mayores, 301 personas con VIH/SIDA de las cuales
29 padecían tuberculosis; 13.590 personas con infecciones agudas sin y con
neumonía; 2.395 enfermos de diabetes entre otras patologías.
“Información oficial de Régimen Penitenciario señala que a
diciembre de 2019, existían 133 niños en cárceles de mujeres, puede que haya
subido unos dos o tres más en este trimestre; son poblaciones que han sido
invisibilizadas en las medidas de prevención dispuestas para evitar el contagio
del COVID-19”, observó Cruz.
La alimentación en el contexto de la cuarentena se está
convirtiendo en un problema altamente alarmante, lo que se refleja, según Cruz,
en las carceletas rurales donde la familia realizaba la provisión diaria, pero
que con las restricciones ya no lo hace; incluso en cárceles como la de San Pedro
de La Paz, se denunció la reducción a la mitad de cantidad de comida que
reciben al día; mientras en otros centros no tienen alimentos y piden colaboración
como en Puerto Suarez o en la carceleta de Guayaramerín, donde internos este
miércoles amenazaron con prenderse fuego por falta de alimentos y reclamaron
que las autoridades los olvidaron en este tiempo de cuarentena.
De igual manera, dijo, existen debilidades en las
prestaciones de salud al interior de los centros carcelarios, siendo que el
personal de Régimen Penitenciario ni de Seguridad Penitenciaria, están capacitados
sobre la prevención y contención del COVID-19, ni cuentan con protocolos de
atención ni implementos de protección personal.
Ante esta realidad, la Defensora solicitó al Ministro de
Gobierno la implementación de un programa sanitario integral a nivel nacional
para preservar efectivamente la salud y vida de las personas privadas de
libertad ante la pandemia del COVID-19; garantice el presupuesto necesario y
permanente para la dotación de alimentación nutritiva, equipos de protección
para la población penitenciaria y para el personal de Régimen Penitenciario y
Seguridad Penitenciaria; y una campaña de información sobre la prevención del
COVID-19 en centros carcelarios.